Manicura de la semana

¡Hola de nuevo!

Últimamente no tengo demasiado tiempo para mí, pues entre el trabajo y que estamos de mudanza ando hasta arriba de cosas. De todas formas tenía ganas de mostraros una de mis formas preferidas de perder el tiempo aficiones, con la que pretendo crear una nueva sección: la manicura. Lo cierto es que soy adicta a las lacas de uñas y demás accesorios como kits de estampación o adornos. Me gusta probar nuevas combinaciones (aunque no siempre funcionan, hay que reconocerlo) y mi idea es enseñároslas a través de este espacio.

IMG_20131023_211113

En esta ocasión he utilizado el tono M04 de Flormar (4 euros aproximadamente), tras aplicar la segunda capa, y antes de que se secase, he «incrustado» unos brillantitos negros de Pretty Nails (unos 2 euros) y, para terminar, he aplicado una capa de gel acabado brillo de Deliplus (no recuerdo el precio). Cabe recordar que es conveniente utilizar siempre una base para proteger las uñas y facilitar la adhesión del esmalte. Yo suelo aplicarme el endurecedor de uñas de Mavala, que creo recordar que cuesta alrededor de 8 euros y se puede adquirir en algunas farmacias y en El Corte Inglés.

20131025_163702

Para terminar, os contaré algo que ha sucedido hoy y que no me termino de creer. Esta mañana me ha tocado cubrir una oposición que se ha celebrado en Gijón a la que se presentaron 7.080 enfermeros para optar a 472 plazas. Como cabía esperar, un número tan elevado de asistentes dio lugar a diferentes problemas, a pesar de que el Servicio de Salud llevaba bastante tiempo preparando esta prueba. Pero algo que no tiene explicación ni justificación alguna es que varias personas tuvieron que abandonar el examen pues se les prohibió ir al servicio, incluso a aquellas mujeres que estaban embarazadas. Llegados a este punto, cualquier persona puede pensar: «es lógico que no te dejen salir durante una prueba, y menos si se trata de una oposición». Bien, en eso estoy de acuerdo, pero hay que tener en cuenta dos factores importantes. Por un lado, la jornada estuvo marcada por los retrasos: las puertas del recinto que acogía la prueba se abrieron con casi media hora de retraso (a las 10.26, en lugar de a las 10, hora prevista) y, por si fuera poco, desde que los opositores se sentaron (11.15), hasta que dio comienzo el examen, pasaron más de 90 minutos. Pero la cosa no acaba ahí. Una vez transcurridas las dos horas que duraba la prueba, los aspirantes tuvieron que esperar otros 40 minutos más para poder salir de los pabellones. A esto hay que añadir que, a pesar tratarse de unas completas instalaciones, en número de servicios resultó insuficiente para atender las necesidades de un número tan alto de personas. Si a este cóctel ya de por sí explosivo le añadimos los nervios, el resultado es, cuanto menos, nefasto: ataques de nervios, gente orinando en botellas, en las esquinas de los pabellones (dentro de los mismos), en las zonas ajardinadas e, incluso, haciéndoselo encima. Ahora es cuando yo me pregunto: ¿no se nos va un poco la olla a veces a la hora de intentar cumplir la normativa a rajatabla? ¿acaso nadie previó que el número de baños disponible en el recinto no llegaba, ni de lejos, a satisfacer las necesidades fisiológicas de un número tan alto de candidatos? ¿es justo perder una oportunidad para la que llevas meses e incluso años preparándote por no poder ir un momento al servicio?